A más de cuatro décadas de su desaparición, la historia de Diego, un adolescente de 16 años visto por última vez en julio de 1984, sumó un giro inesperado y estremecedor. Ayer se confirmó oficialmente que los restos humanos hallados en una vivienda lindera al emblemático chalet donde vivió Gustavo Cerati, en el barrio porteño de Coghlan, pertenecen al joven cuya ausencia quedó marcada por el desinterés de las autoridades de aquel entonces. Y ahora, las miradas apuntan a un excompañero de colegio, convertido en el principal sospechoso de su muerte.

La historia del reloj calculadora: un ícono de los 80 que ayudó a dar con la identidad del cuerpo hallado junto a la casa de Cerati

El hallazgo que reabrió una herida

El descubrimiento ocurrió en mayo de este año, durante los trabajos de demolición en una propiedad contigua a la casa que habitó el reconocido músico. Mientras obreros realizaban excavaciones, dieron con una fosa de 40 centímetros de profundidad, 60 de ancho y 1,20 metros de largo. En su interior, hallaron 151 fragmentos óseos —entre ellos, tibia, peroné, mandíbula y piezas dentales—, además de objetos personales como una llave, un llavero naranja, parte de un reloj CASIO, una etiqueta de ropa, un trozo de tela y un dije con inscripciones orientales.

Los restos fueron enviados a peritaje forense. La prueba de ADN realizada con el perfil genético de la madre de Diego confirmó la identidad del adolescente, desaparecido desde el 26 de julio de 1984.

Identificaron al joven NN enterrado en la casa donde vivió Cerati: había desaparecido en 1984

Una desaparición desoída

Diego había salido de su casa aquel mediodía para encontrarse con un amigo. Antes, le pidió dinero a su madre para tomarse un colectivo. Esa fue la última vez que se lo vio con vida. Cuando sus padres se acercaron horas más tarde a la comisaría 39 para denunciar su desaparición, los oficiales se negaron a tomar la denuncia. “Se fue con una mina, ya va a volver”, fue la respuesta que la familia aún recuerda con dolor.

A Diego le gustaban los deportes y jugaba en el club Excursionistas. Desde la institución, al conocerse la noticia, expresaron su pesar: “Enviamos nuestras condolencias y un fuerte abrazo, deseamos que su alma finalmente pueda descansar en paz”.

Un nuevo testimonio y un viejo conocido

En las últimas horas, la investigación dio un paso clave. Un testigo, excompañero de escuela de Diego, se comunicó con la Justicia desde el exterior, luego de que la noticia del hallazgo impactara en un grupo de WhatsApp de egresados de la promoción. Su declaración, prevista para hoy de manera virtual ante el fiscal, podría abrir una nueva línea en la causa.

Según indicó, Diego y Cristian Graf, hoy de 56 años, eran muy amigos y compartían aulas en la Escuela Nacional de Educación Técnica (ENET) N.º 36. Graf vivía entonces en la misma manzana donde se encontraron los restos, y es hijo de una mujer de apellido Graf, también investigada junto a otro de sus hijos.

Si bien los detalles del testimonio aún no trascendieron, lo que se sabe es que la información que brindará podría ser determinante para avanzar con una imputación por “homicidio”. Sin embargo, al haber pasado más de 40 años desde la desaparición, existe la posibilidad de que la causa esté prescripta, lo que abriría un nuevo debate jurídico sobre los límites temporales de la Justicia ante delitos de esta magnitud.